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lunes, 17 de julio de 2017

LOS DESAFÍOS DE LA EDUCACIÓN BOLIVIANA
Edgar Cadima G.

En educación, más allá de los aspectos materiales (presupuesto, infraestructura, equipamiento, insumos, etc.) o cuantitativos (cobertura, malogro, relación estudiantes/docentes, etc.) que son importantes pero que se orientan a la eficiencia en el manejo de los recursos y los logros educativos, también es necesario enfocar la atención hacia la eficacia, a la relación entre objetivos logrados y el impacto producido en la sociedad ya que ella hace a la calidad de la educación que tenemos. Interesa saber si la relación de las políticas educativas y la calidad de los aprendizajes logrados por las/los estudiantes tienen relación con las políticas estatales de desarrollo que se implementan y/o que exige la sociedad, es decir, si estamos haciendo las cosas correctas en materia educativa.
Bajo estas premisas veamos algunos problemas que se perciben en la educación boliviana actual:
·      No se siente ni se evidencia que la educación esté apalancando el desarrollo en el país
·      La política educativa de inclusión social actual tiene sus antecedentes en la reforma educativa de 1994 con la educación intercultural-bilingüe y es importante profundizarla, pero los principios de descolonización y educación productiva, propuestos por el actual gobierno, han quedado como consignas demagógicas, sin posibilidades de concreción en la escuela.
·      No se cuenta con un Plan Estratégico de la educación boliviana que oriente el conjunto de acciones y procesos a mediano y largo plazo, en el marco de un Plan Nacional de Desarrollo. Todo es un conjunto de improvisaciones a través del reglamento 001 a inicios de cada año.
·      No existen indicadores, procesos ni intensión para evaluar la calidad del servicio educativo[1]. Desde el año 2000, no existe información sistemática, seria e independiente sobre la calidad de la educación. “Bolivia está entre los peores países para el estudio escolar primario”, sostiene un reporte respaldado por Oxfam Education Int, Plan, Save the children y JSO[2]
·      Mientras la ciencia y la tecnología avanzan, con fuerte influencia en el campo de la educación, en el país aún nos encontramos con la tiza y la pizarra, perplejos y sin capacidad de adecuación, pretendiendo enfrentar la avalancha tecnológica con la distribución de computadoras a bachilleres y docentes, sin conectividad garantizada ni diseños innovadores de contenidos o metodologías virtuales. Se sigue confundiendo educación con instrucción única, unidireccional, haciendo énfasis en la enseñanza enciclopédica. El razonamiento, la capacidad analítica, la investigación, la programación y/o el estudio virtual son considerados extra-curriculares.
·      La ley Avelino Siñani–Elizardo Pérez ha sido diseñada y aplicada sin un estudio previo cualitativo y cuantitativo del estado de la educación y a 6 años de su aplicación no ha logrado consolidar un modelo pedagógico acorde a las nuevas circunstancias, al contrario, ha reafirmado la concepción prusiano-conductista vigente desde principios del siglo pasado.
·      La educación escolarizada y la educación superior no tienen coordinación. Desde hace décadas se constata que los bachilleres tienen serias deficiencias en lenguaje, matemáticas y conocimientos generales, demostrados en las diferentes evaluaciones de ingreso a estudios superiores. No se tiene conocimiento de un perfil académico de las/los bachilleres ni una investigación actual de las tendencias de estudio profesional que requiere el país y la formación docente, a más de algunos añadidos de enfoque indígena, no ha superado la formación tradicional, encontrándose desorientada y perpleja en el mundo virtual.

LOS DESAFÍOS A ENFRENTAR
La educación boliviana se encuentra enredada con una concepción educativa heredada del siglo XIX, unos maestros con mentalidad del siglo XX y unos estudiantes con vivencias del siglo XXI. Ese enredo se complica aún más con la ausencia de políticas educativas en sintonía con una coherente estrategia de desarrollo nacional y unos costos elevados que reproducen mediocridad. ¿Cómo resolver este enredo?  Buscar soluciones significa encarar, entre otros, los siguientes desafíos:

a.    Sintonizar Educación y Desarrollo nacional

El modelo económico plurinacional caracterizado por el extractivismo (explotación y exportación de recursos naturales: hidrocarburos, minerales y forestales-) y la informalidad (contrabando, comercio y narcotráfico) no genera condiciones para que la educación aporte al desarrollo nacional. La educación actual, con alto grado de autismo, es funcional a ese modelo que requiere de ciudadanos con escaso nivel educativo, con conocimientos básicos o mediocres para responder las exigencias laborales primarias y capacidad limitada de realizar tareas simples en minería, agricultura, servicios, comercio legal o ilegal, etc. En nuestro país, “el mercado de trabajo dejó de recompensar la formación educativa. Las ocupaciones que requieren menos nivel de instrucción fueron las que tuvieron mayor incremento de remuneración”[3], reforzando dicha funcionalidad y la devaluación del valor educativo. Esos son los resultados de una educación tradicional, funcional a este modelo económico extractivista que, en tiempos de bonanza, permite la expansión del empleo y de la remuneración en las ocupaciones menos calificadas y da lugar a un nivel mediocre de conocimientos orientados a mantenernos en el subdesarrollo. Ese modelo con tinte populista sin norte de desarrollo económico-social claro para el país, conserva el criterio desarrollista que apostó por el extractivismo descontrolado, el crecimiento económico relativo y el consumo desbocado dejando que la educación sobreviva, a su ritmo, en la inercia y la mediocridad.
Mientras otros países van avanzando en procesos de desarrollo nacional en equilibrio con una educación de calidad, nosotros nos encontremos con un rezago educativo enorme. El impacto de la educación en el desarrollo nacional es débil y la educación continua como un factor funcional al modelo económico sin visión de futuro sostenible.
El país que deseamos construir debe superar ese modelo y considerar una completa sintonía entre las políticas de desarrollo sustentables y las políticas educativas a implementar.
Un desarrollo sustentable entendido como el proceso económico social orientado a satisfacer las necesidades de la sociedad, buscando ampliar y consolidar las capacidades de que disfrutan los individuos en convivencia armónica entre todas las formas de vida que cohabitan el planeta. En sintonía con lo anterior, la educación debe recuperar su esencia primigenia de educir (lat. educere), es decir de apoyar el desarrollo de las potencialidades y capacidades de cada persona para lograr igualdad de oportunidades; ambos (desarrollo y educación), en sintonía, deben estar orientados a expandir las capacidades y posibilidades de los ciudadanos para vivir mejor individual y socialmente.
Este desafío por lograr una armónica sintonía, exige que el desarrollo de nuestro país sea entendido como el desarrollo de las personas en la sociedad, donde la educación coadyuve, de manera fundamental, ese desarrollo. Una relación que se da en un contexto cultural marcado por sus características sociales, su lucha por consolidar la democracia, la construcción de un Estado de derecho, el imperio de la justicia y el enfoque medioambiental que permite generar conciencia y administrar los recursos de ahora sin poner en riesgo los de las generaciones futuras.

b.    Cambio de paradigmas en la educación

Muchos de los paradigmas referidos a la educación boliviana devienen del modelo prusiano que se implantó en el país a principios del siglo XX. Esos paradigmas, aún vigentes, consideran la educación igual a escuela como mecanismo de homogenización cultural; el estudio para el futuro para acceder a un empleo; un proceso que prioriza la enseñanza en desmedro del aprendizaje; un régimen escolar único con criterios de disciplina cuasi militar (uniforme, bandas de guerra, verticalidad, etc.); un currículum enciclopédico como base de cultura general; una pedagogía conductista que anula la creatividad y la investigación; etc. Matices más o menos, esos paradigmas siguen guiando la conducta y actitudes de padres de familia, docentes, autoridades y estudiantes.
La reforma educativa de 1994, en el marco de las políticas de participación popular, desarrollo humano y la satisfacción de necesidades básicas, pretendió cambiar algunos de estos paradigmas educativos; hizo énfasis en el aprendizaje (constructivismo), antes que en la enseñanza conductista; buscó romper la homogenización cultural reconociendo la educación intercultural bilingüe; desarrolló mecanismos de control social, etc.  pero sus esfuerzos quedaron truncos.
La Ley Avelino Siñani-Elizardo Pérez, a título de superar el proceso de reforma anterior introdujo algunos nuevos paradigmas como el de la intraculturalidad o la educación comunitaria pero, al no contar con mecanismos de implementación, han quedado como adornos indigenistas o folklóricos y, al desorganizar los esfuerzos de la reforma anterior, han logrado volver a los cauces de una educación tradicional, conductista, enciclopédica, centralista y con un alto grado de improvisación.
Un elemento central del cambio de paradigma educativo es comprender que el eje central de toda posibilidad de transformación son los/las estudiantes. El enredo señalado, líneas arriba, será posible superar si alineamos la concepción educativa y la mentalidad de las/los docentes a las exigencias y expectativas de las/los estudiantes, en el marco de unas estrategias de desarrollo sostenible y el desarrollo científico y tecnológico. Toda infraestructura, métodos, contenidos, equipos, etc. debe estar, realmente, en función de las/los estudiantes y de estas estrategias.
Lo anterior nos pone ante el desafío de generar capacidades y condiciones para cambiar los paradigmas educativos vigentes, recuperar la participación ciudadana en el acompañamiento de la educación y en la exigencia por contar con un servicio de calidad-
Para este fin será necesario que tanto el Estado como la sociedad enfrenten el desafío de cambiar dos “chips” paradigmáticos:
·      Cambiar el “chip” conceptual de la educación tradicional hacia una concepción que integre el aprendizaje innovador capaz de adaptarse a los rápidos cambios científicos y tecnológicos, así como a la capacidad de influir cambios en su contexto económico-social y recuperar la importancia de la formación en valores y principios sociales.
Este cambio significa comprender que la escuela no es la única instancia educativa, que existen otras instancias como la sociedad, las Tics, los medios de comunicación, etc. Es fundamental entender que la educación debe considerar muchos factores del futuro, es decir, es necesario desarrollar la capacidad mental de anticipación, tratando de considerar los conocimientos que permitan entender el rumbo y las tendencias de los avances científicos y tecnológicos a futuro.
Lo anterior exige un modelo pedagógico diferente, caracterizado por el aprendizaje personalizado con base a la cooperación, la interacción y el enfoque virtual; la concepción de aprender a aprender además del aporte de las pedagogías emergentes; la flexibilidad de los procesos educativos y la recuperación de la participación ciudadana en dichos procesos. Un modelo pedagógico humanista orientado a desarrollar razonamiento lógico, creatividad y producción intelectual.
·      Cambiar el “chip” organizacional del sistema educativo.
El actual sistema educativo tiene una concepción demasiado rígida y de escuela única que requiere ser redefinida de acuerdo a las nuevas circunstancias del desarrollo social, científico y tecnológico. En esa perspectiva, será necesario modificar la estructura curricular enciclopédica y conductista para establecer un currículum fundamental, común y obligatorio y otro currículum complementario.
Hay que replantear una estructura educativa acorde a los desarrollos psicosomáticos de las/los estudiantes.
Será imperativo superar las fracturas existentes en la relación sociedad, familia y escuela y generar condiciones de apoyo educativo sistemático a diferentes niveles.
En esa perspectiva será fundamental transformar la formación, práctica y la continua actualización docente, acorde a las tendencias pedagógicas emergentes y el desarrollo científico y tecnológico.

c.     Calidad educativa y su evaluación

La sociedad boliviana exige una educación de calidad ya que ella tiene sus efectos directos en los estudiantes, en la calidad de la ciudadanía que se forma y en los procesos de desarrollo económico social del país, además que permite la inserción en los avances científicos y tecnológicos.
Para lograr un servicio educativo de calidad, con políticas de Estado trascendentes, será necesario establecer, con base a diagnósticos precisos, un Plan Nacional de la Educación con calidad que emerja de procesos participativos de concertación expresados en un Acuerdo Nacional por la Calidad de la educación boliviana.
Desde hace años, nuestro sistema educativo se mueve a ciegas. No existe información actualizada, sistematizada y confiable que dé pautas de la calidad del servicio. Esta es una obligación del Estado, pero tiene temor de conocer sus desaciertos y miserias. Por otra parte, tampoco parece ser una exigencia de los padres de familia a quienes les parece suficiente conocer las notas de estudio de sus hijos y que aprueben, sin considerar la calidad global del servicio que reciben.
Se han señalado algunas reticencias para participar en procesos de evaluación de la calidad educativa a nivel internacional, por ser diseñados fuera del país y los efectos comparativos que tienen. Se podrían entender esos argumentos, pero lo que es incomprensible es que no exista un sistema de evaluación con parámetros e indicadores nacionales, debidamente institucionalizados, para desarrollar procesos de evaluación serios e integrales de la calidad de la educación boliviana.
Contar con información sistematizada de los indicadores que hacen a la calidad del servicio es una obligación del Estado a fin de orientar los ajustes y cambios necesarios a los procesos y las políticas educativas. Su manejo y socialización no es ninguna concesión, es un derecho que tiene la sociedad de recibir un servicio de calidad y contar con la información correspondiente.

d.    Innovación educativa

La innovación entendida como un conjunto de ideas, procesos y estrategias planificados que buscan provocar e introducir cambios fundamentales en las prácticas educativas es diferente a esa percepción utilitarista limitada al uso de algunos dispositivos y aplicaciones TICs de moda, que confunde innovación educativa con renovación de recursos. Los procesos de innovación educativa serios tienen que venir junto con el cambio de paradigmas de la educación y el desarrollo.
El rápido desarrollo científico y tecnológico es una realidad y nuestra educación no puede estar al margen de ello. Será imprescindible innovar la educación para que marche en correlato a ese desarrollo y pueda influir en las posibilidades de desarrollo del país.
El carácter público de la educación exige que el Estado defina los lineamientos de transformación educativa para que la sociedad pueda ajustar su accionar hacia una educación innovadora. Seguir haciendo lo mismo, pensando que los resultados serán diferentes es un engaño. No se trata de cambiar el nombre de las leyes, de hacer maquillajes folklóricos o actos demagógicos de entrega de insumos o infraestructura, mientras la concepción sigue siendo la misma.
Será necesario contar con un marco legal que permita desarrollar unidades educativas que tengan carácter experimental e innovador adecuadamente planificadas, a partir de las cuales, previa evaluación y sistematización, se pueda irradiar al resto del sistema educativo. Innovaciones de carácter pedagógico (pedagogías emergentes: relación entre pedagogía y tecnologías, neuropedagogía, etc), de carácter organizativo, curricular, contextual, de diseño de infraestructura, flexibilidad curricular, apoyo educativo, servicios (salud, transporte) etc, etc. En este sentido, algunas escuelas de convenio, otras públicas y/o privadas deberían tener un carácter experimental, adecuadamente organizadas, supervisadas y evaluadas.

e.    Formación y actualización docente

Los docentes son los sujetos de intermediación entre las/los estudiantes y los objetos o temas de estudio, en tanto portadores del conocimiento “oficial” expresado en el currículo que desarrollan en aula. Por esa razón, la calidad del servicio educativo que se brinda está, en gran medida, en directa relación con la calidad de las/los docentes y ésta relación de causa-efecto exige que se constituya en un importante desafío a considerar.
Tanto la formación como la actualización de las/los docentes actuales se desarrollan en el marco de los criterios tradicionales de los estudios pedagógicos, por mucho que ahora tengan un nivel de licenciatura; en ese marco tradicional lo que se ha hecho es añadir un “picoteo” de algunos acápites de textos, unas citas impactantes o unos adornos indigenales pretendiendo dar una imagen de modernidad.   No se trata de rellenar la formación tradicional de esa manera y con algunos atisbos de tecnología virtual, se trata de cambiar, en la formación docente, la concepción educativa (paradigmas) junto con los otros desafíos señalados en las páginas precedentes.
Más allá de los contenidos de la formación y la actualización, se trata de avanzar hacia la superación de la imagen del docente tradicional, único portador de los conocimientos para desarrollarlos en el aula, para avanzar hacia la formación de tutores capaces de guiar el desarrollo de las potencialidades de las/los estudiantes. Tutores capaces de desarrollar orientación y manejo de metodologías innovadoras, tecnologías modernas y psicología infantil y social que permitan una educación renovada.
Todo lo anterior significa dignificar el rol de las/los docentes brindándoles mejor formación para su desempeño, mejores retribuciones salariales y mejores condiciones laborales, pero también significa exigir eficacia y eficiencia en sus labores.

f.     Otros aspectos a considerar

Para avanzar de forma seria, sistemática y sostenida, en un proceso de transformación educativa, además de los desafíos anteriores será necesario:

·      Incrementar y reordenar, significativamente, el presupuesto destinado a la educación. Resolver el déficit de infraestructura, equipamiento e insumos educativos en todo el país.
·      Reconducir la descentralización educativa en el marco de las autonomías constitucionales.
·      Recuperar la sensibilidad y exigencia social sobre la importancia de contar con un servicio educativo de calidad; superar el control gremial que tiene secuestrada a la educación y buscar acuerdos entre todos los actores involucrados.
·      Reorientar la educación técnica como criterio fundamental de desarrollo del país
·      Considerar de forma paradigmática el tratamiento del medioambiente, la valoración de la naturaleza, de forma transversal, a todos los aspectos de la dinámica educativa.
·      Fomentar y definir políticas precisas para abordar el uso de las TICs en la educación.
·      Impulsar una reforma universitaria profunda, orientada a mejorar su calidad, su gestión interna, sus costos, su relación con otras instituciones académicas y sus posibilidades de acreditación, etc.
La educación es la savia, el elemento vivificador, de la sociedad. Si ese elemento vital, que permite el crecimiento y desarrollo de la sociedad, es secundarizado, débil o mediocre, el árbol social y el país sufrirán las consecuencias. Por otro lado, si la sociedad y su economía son anómicas y/o débiles, entonces la educación no tendrá las exigencias que requiere para su fortaleza e innovación.
Así planteada la situación, los desafíos que tenemos en la educación son enormes. Se busca un cambio de paradigmas en el marco de un cambio cultural respecto a la educación y a la participación de la sociedad en la misma. Desafíos necesarios a ser encarados en beneficio de las nuevas generaciones y el desarrollo del país.

La Paz, marzo de 2017



[1] Hace 19 años (nov. 1997) se realizó, mediante el SIMECAL, el Primer (y último) Estudio Comparativo de lenguaje, matemáticas y factores asociados, en el marco de la UNESCO/LLECE/OREALC, junto con otros países latinoamericanos. Después de ello se realizaron algunas evaluaciones a 18 centros de formación docente y a algunas experiencias educativas aisladas.
[2] Investigación “¿Regreso a la escuela? Los peores lugares en el mundo para ser escolar en 2010” Elaborado por la Campaña Mundial por la Educación (CME), en el marco de los Objetivos de desarrollo del milenio. Página 7. 2011, agosto 25. La Paz, Bolivia.
[3] Wanderley, F. “Los pies de barro de la reducción de la pobreza y la desigualdad”. Página 7, La Paz, 27 octubre 2016. Pag. 15