LOS DESAFÍOS DE LA EDUCACIÓN BOLIVIANA
Edgar Cadima G.
En educación, más
allá de los aspectos materiales (presupuesto, infraestructura, equipamiento,
insumos, etc.) o cuantitativos (cobertura, malogro, relación estudiantes/docentes,
etc.) que son importantes pero que se orientan a la eficiencia en el manejo de
los recursos y los logros educativos, también es necesario enfocar la atención
hacia la eficacia, a la relación entre objetivos logrados y el impacto
producido en la sociedad ya que ella hace a la calidad de la educación que tenemos.
Interesa saber si la relación de las políticas educativas y la calidad de los
aprendizajes logrados por las/los estudiantes tienen relación con las políticas
estatales de desarrollo que se implementan y/o que exige la sociedad, es decir,
si estamos haciendo las cosas correctas en materia educativa.
Bajo estas premisas
veamos algunos problemas que se perciben en la educación boliviana actual:
·
No se siente ni se evidencia que
la educación esté apalancando el desarrollo en el país
·
La política educativa de inclusión
social actual tiene sus antecedentes en la reforma educativa de 1994 con la
educación intercultural-bilingüe y es importante profundizarla, pero los
principios de descolonización y educación productiva, propuestos por el actual
gobierno, han quedado como consignas demagógicas, sin posibilidades de concreción
en la escuela.
·
No se cuenta con un Plan
Estratégico de la educación boliviana que oriente el conjunto de acciones y
procesos a mediano y largo plazo, en el marco de un Plan Nacional de Desarrollo.
Todo es un conjunto de improvisaciones a través del reglamento 001 a inicios de
cada año.
·
No existen indicadores, procesos
ni intensión para evaluar la calidad del servicio educativo[1]. Desde
el año 2000, no existe información sistemática, seria e independiente sobre la
calidad de la educación. “Bolivia está entre los peores países para el estudio
escolar primario”, sostiene un reporte respaldado por Oxfam Education Int,
Plan, Save the children y JSO[2]
·
Mientras la ciencia y la
tecnología avanzan, con fuerte influencia en el campo de la educación, en el país
aún nos encontramos con la tiza y la pizarra, perplejos y sin capacidad de
adecuación, pretendiendo enfrentar la avalancha tecnológica con la distribución
de computadoras a bachilleres y docentes, sin conectividad garantizada ni
diseños innovadores de contenidos o metodologías virtuales. Se sigue
confundiendo educación con instrucción única, unidireccional, haciendo énfasis
en la enseñanza enciclopédica. El razonamiento, la capacidad analítica, la
investigación, la programación y/o el estudio virtual son considerados extra-curriculares.
·
La ley Avelino Siñani–Elizardo
Pérez ha sido diseñada y aplicada sin un estudio previo cualitativo y
cuantitativo del estado de la educación y a 6 años de su aplicación no ha
logrado consolidar un modelo pedagógico acorde a las nuevas circunstancias, al
contrario, ha reafirmado la concepción prusiano-conductista vigente desde
principios del siglo pasado.
·
La educación escolarizada y la
educación superior no tienen coordinación. Desde hace décadas se constata que
los bachilleres tienen serias deficiencias en lenguaje, matemáticas y conocimientos
generales, demostrados en las diferentes evaluaciones de ingreso a estudios
superiores. No se tiene conocimiento de un perfil académico de las/los
bachilleres ni una investigación actual de las tendencias de estudio profesional
que requiere el país y la formación docente, a más de algunos añadidos de
enfoque indígena, no ha superado la formación tradicional, encontrándose
desorientada y perpleja en el mundo virtual.
LOS DESAFÍOS A ENFRENTAR
La educación
boliviana se encuentra enredada con una concepción educativa heredada del siglo
XIX, unos maestros con mentalidad del siglo XX y unos estudiantes con vivencias
del siglo XXI. Ese enredo se complica aún más con la ausencia de políticas
educativas en sintonía con una coherente estrategia de desarrollo nacional y
unos costos elevados que reproducen mediocridad. ¿Cómo resolver este enredo? Buscar soluciones significa encarar, entre
otros, los siguientes desafíos:
a.
Sintonizar Educación y Desarrollo nacional
El modelo
económico plurinacional caracterizado por el extractivismo (explotación y
exportación de recursos naturales: hidrocarburos, minerales y forestales-) y la
informalidad (contrabando, comercio y narcotráfico) no genera condiciones para
que la educación aporte al desarrollo nacional. La educación actual, con alto
grado de autismo, es funcional a ese modelo que requiere de ciudadanos con
escaso nivel educativo, con conocimientos básicos o mediocres para responder
las exigencias laborales primarias y capacidad limitada de realizar tareas
simples en minería, agricultura, servicios, comercio legal o ilegal, etc. En
nuestro país, “el mercado de trabajo dejó de recompensar la formación
educativa. Las ocupaciones que requieren menos nivel de instrucción fueron las
que tuvieron mayor incremento de remuneración”[3],
reforzando dicha funcionalidad y la devaluación del valor educativo. Esos son
los resultados de una educación tradicional, funcional a este modelo económico
extractivista que, en tiempos de bonanza, permite la expansión del empleo y de
la remuneración en las ocupaciones menos calificadas y da lugar a un nivel
mediocre de conocimientos orientados a mantenernos en el subdesarrollo. Ese
modelo con tinte populista sin norte de desarrollo económico-social claro para
el país, conserva el criterio desarrollista que apostó por el extractivismo descontrolado, el crecimiento
económico relativo y el consumo desbocado dejando que la
educación sobreviva, a su ritmo, en la inercia y la mediocridad.
Mientras otros
países van avanzando en procesos de desarrollo nacional en equilibrio con una
educación de calidad, nosotros nos encontremos con un rezago educativo enorme.
El impacto de la educación en el desarrollo nacional es débil y la educación
continua como un factor funcional al modelo económico sin visión de futuro
sostenible.
El país que
deseamos construir debe superar ese modelo y considerar una completa sintonía
entre las políticas de desarrollo sustentables y las políticas educativas a
implementar.
Un desarrollo
sustentable entendido como el proceso económico social orientado a satisfacer
las necesidades de la sociedad, buscando ampliar y consolidar las capacidades
de que disfrutan los individuos en convivencia armónica entre todas las formas
de vida que cohabitan el planeta. En sintonía con lo anterior, la educación
debe recuperar su esencia primigenia de educir (lat. educere), es decir de
apoyar el desarrollo de las potencialidades y capacidades de cada persona para
lograr igualdad de oportunidades; ambos (desarrollo y educación), en sintonía,
deben estar orientados a expandir las capacidades y posibilidades de los ciudadanos
para vivir mejor individual y socialmente.
Este desafío por
lograr una armónica sintonía, exige que el desarrollo de nuestro país sea
entendido como el desarrollo de las personas en la sociedad, donde la educación
coadyuve, de manera fundamental, ese desarrollo. Una relación que se da en un
contexto cultural marcado por sus características sociales, su lucha por
consolidar la democracia, la construcción de un Estado de derecho, el imperio
de la justicia y el enfoque medioambiental que permite generar conciencia y administrar
los recursos de ahora sin poner en riesgo los de las generaciones futuras.
b.
Cambio de paradigmas en la educación
Muchos de los
paradigmas referidos a la educación boliviana devienen del modelo prusiano que
se implantó en el país a principios del siglo XX. Esos paradigmas, aún vigentes,
consideran la educación igual a escuela como mecanismo de homogenización
cultural; el estudio para el futuro para acceder a un empleo; un proceso que
prioriza la enseñanza en desmedro del aprendizaje; un régimen escolar único con
criterios de disciplina cuasi militar (uniforme, bandas de guerra,
verticalidad, etc.); un currículum enciclopédico como base de cultura general;
una pedagogía conductista que anula la creatividad y la investigación; etc. Matices
más o menos, esos paradigmas siguen guiando la conducta y actitudes de padres
de familia, docentes, autoridades y estudiantes.
La reforma
educativa de 1994, en el marco de las políticas de participación popular,
desarrollo humano y la satisfacción de necesidades básicas, pretendió cambiar
algunos de estos paradigmas educativos; hizo énfasis en el aprendizaje
(constructivismo), antes que en la enseñanza conductista; buscó romper la
homogenización cultural reconociendo la educación intercultural bilingüe;
desarrolló mecanismos de control social, etc. pero sus esfuerzos quedaron truncos.
La Ley Avelino
Siñani-Elizardo Pérez, a título de superar el proceso de reforma anterior
introdujo algunos nuevos paradigmas como el de la intraculturalidad o la
educación comunitaria pero, al no contar con mecanismos de implementación, han
quedado como adornos indigenistas o folklóricos y, al desorganizar los
esfuerzos de la reforma anterior, han logrado volver a los cauces de una
educación tradicional, conductista, enciclopédica, centralista y con un alto
grado de improvisación.
Un elemento
central del cambio de paradigma educativo es comprender que el eje central
de toda posibilidad de transformación son los/las estudiantes. El enredo señalado,
líneas arriba, será posible superar si alineamos la concepción educativa y la
mentalidad de las/los docentes a las exigencias y expectativas de las/los
estudiantes, en el marco de unas estrategias de desarrollo sostenible y el
desarrollo científico y tecnológico. Toda infraestructura, métodos, contenidos,
equipos, etc. debe estar, realmente, en función de las/los estudiantes y de estas
estrategias.
Lo anterior nos
pone ante el desafío de generar capacidades y condiciones para cambiar los
paradigmas educativos vigentes, recuperar la participación ciudadana en el acompañamiento
de la educación y en la exigencia por contar con un servicio de calidad-
Para este fin será
necesario que tanto el Estado como la sociedad enfrenten el desafío de cambiar dos
“chips” paradigmáticos:
·
Cambiar el “chip” conceptual de la
educación tradicional hacia una concepción que integre el aprendizaje innovador
capaz de adaptarse a los rápidos cambios científicos y tecnológicos, así como a
la capacidad de influir cambios en su contexto económico-social y recuperar la
importancia de la formación en valores y principios sociales.
Este cambio significa comprender que la escuela no es la única
instancia educativa, que existen otras instancias como la sociedad, las Tics,
los medios de comunicación, etc. Es fundamental entender que la educación debe
considerar muchos factores del futuro, es decir, es necesario desarrollar la
capacidad mental de anticipación, tratando de considerar los conocimientos que
permitan entender el rumbo y las tendencias de los avances científicos y
tecnológicos a futuro.
Lo anterior exige un modelo pedagógico diferente, caracterizado por el
aprendizaje personalizado con base a la cooperación, la interacción y el
enfoque virtual; la concepción de aprender a aprender además del aporte de las
pedagogías emergentes; la flexibilidad de los procesos educativos y la
recuperación de la participación ciudadana en dichos procesos. Un modelo
pedagógico humanista orientado a desarrollar razonamiento lógico, creatividad y
producción intelectual.
·
Cambiar el “chip” organizacional
del sistema educativo.
El actual sistema educativo tiene una concepción demasiado rígida y de
escuela única que requiere ser redefinida de acuerdo a las nuevas
circunstancias del desarrollo social, científico y tecnológico. En esa
perspectiva, será necesario modificar la estructura curricular enciclopédica y
conductista para establecer un currículum fundamental, común y obligatorio y
otro currículum complementario.
Hay que replantear una estructura educativa acorde a los desarrollos
psicosomáticos de las/los estudiantes.
Será imperativo superar las fracturas existentes en la relación
sociedad, familia y escuela y generar condiciones de apoyo educativo
sistemático a diferentes niveles.
En esa
perspectiva será fundamental transformar la formación, práctica y la continua actualización
docente, acorde a las tendencias pedagógicas emergentes y el desarrollo
científico y tecnológico.
c.
Calidad educativa y su evaluación
La sociedad
boliviana exige una educación de calidad ya que ella tiene sus efectos directos
en los estudiantes, en la calidad de la ciudadanía que se forma y en los
procesos de desarrollo económico social del país, además que permite la
inserción en los avances científicos y tecnológicos.
Para lograr un servicio educativo
de calidad, con políticas de Estado trascendentes, será necesario establecer, con
base a diagnósticos precisos, un Plan Nacional de la Educación con calidad que
emerja de procesos participativos de concertación expresados en un Acuerdo
Nacional por la Calidad de la educación boliviana.
Desde hace años,
nuestro sistema educativo se mueve a ciegas. No existe información actualizada,
sistematizada y confiable que dé pautas de la calidad del servicio. Esta es una
obligación del Estado, pero tiene temor de conocer sus desaciertos y miserias.
Por otra parte, tampoco parece ser una exigencia de los padres de familia a
quienes les parece suficiente conocer las notas de estudio de sus hijos y que
aprueben, sin considerar la calidad global del servicio que reciben.
Se han señalado
algunas reticencias para participar en procesos de evaluación de la calidad
educativa a nivel internacional, por ser diseñados fuera del país y los efectos
comparativos que tienen. Se podrían entender esos argumentos, pero lo que es
incomprensible es que no exista un sistema de evaluación con parámetros e
indicadores nacionales, debidamente institucionalizados, para desarrollar
procesos de evaluación serios e integrales de la calidad de la educación
boliviana.
Contar con
información sistematizada de los indicadores que hacen a la calidad del servicio
es una obligación del Estado a fin de orientar los ajustes y cambios necesarios
a los procesos y las políticas educativas. Su manejo y socialización no es
ninguna concesión, es un derecho que tiene la sociedad de recibir un servicio
de calidad y contar con la información correspondiente.
d.
Innovación educativa
La innovación
entendida como un conjunto de ideas, procesos y estrategias planificados que
buscan provocar e introducir cambios fundamentales en las prácticas educativas es
diferente a esa percepción utilitarista limitada al uso de algunos dispositivos
y aplicaciones TICs de moda, que confunde innovación educativa con renovación
de recursos. Los procesos de innovación educativa serios tienen que venir junto
con el cambio de paradigmas de la educación y el desarrollo.
El rápido
desarrollo científico y tecnológico es una realidad y nuestra educación no
puede estar al margen de ello. Será imprescindible innovar la educación para
que marche en correlato a ese desarrollo y pueda influir en las posibilidades de
desarrollo del país.
El carácter
público de la educación exige que el Estado defina los lineamientos de
transformación educativa para que la sociedad pueda ajustar su accionar hacia
una educación innovadora. Seguir haciendo lo mismo, pensando que los resultados
serán diferentes es un engaño. No se trata de cambiar el nombre de las leyes,
de hacer maquillajes folklóricos o actos demagógicos de entrega de insumos o
infraestructura, mientras la concepción sigue siendo la misma.
Será necesario
contar con un marco legal que permita desarrollar unidades educativas que
tengan carácter experimental e innovador adecuadamente planificadas, a partir
de las cuales, previa evaluación y sistematización, se pueda irradiar al resto
del sistema educativo. Innovaciones de carácter pedagógico (pedagogías
emergentes: relación entre pedagogía y tecnologías, neuropedagogía, etc), de
carácter organizativo, curricular, contextual, de diseño de infraestructura,
flexibilidad curricular, apoyo educativo, servicios (salud, transporte) etc,
etc. En este sentido, algunas escuelas de convenio, otras públicas y/o privadas
deberían tener un carácter experimental, adecuadamente organizadas,
supervisadas y evaluadas.
e.
Formación y actualización docente
Los docentes son
los sujetos de intermediación entre las/los estudiantes y los objetos o temas
de estudio, en tanto portadores del conocimiento “oficial” expresado en el
currículo que desarrollan en aula. Por esa razón, la calidad del servicio
educativo que se brinda está, en gran medida, en directa relación con la
calidad de las/los docentes y ésta relación de causa-efecto exige que se
constituya en un importante desafío a considerar.
Tanto la
formación como la actualización de las/los docentes actuales se desarrollan en
el marco de los criterios tradicionales de los estudios pedagógicos, por mucho
que ahora tengan un nivel de licenciatura; en ese marco tradicional lo que se
ha hecho es añadir un “picoteo” de algunos acápites de textos, unas citas
impactantes o unos adornos indigenales pretendiendo dar una imagen de
modernidad. No se trata de rellenar la formación
tradicional de esa manera y con algunos atisbos de tecnología virtual, se trata
de cambiar, en la formación docente, la concepción educativa (paradigmas) junto
con los otros desafíos señalados en las páginas precedentes.
Más allá de los
contenidos de la formación y la actualización, se trata de avanzar hacia la
superación de la imagen del docente tradicional, único portador de los
conocimientos para desarrollarlos en el aula, para avanzar hacia la formación
de tutores capaces de guiar el desarrollo de las potencialidades de las/los
estudiantes. Tutores capaces de desarrollar orientación y manejo de
metodologías innovadoras, tecnologías modernas y psicología infantil y social
que permitan una educación renovada.
Todo lo anterior significa
dignificar el rol de las/los docentes brindándoles mejor formación para su
desempeño, mejores retribuciones salariales y mejores condiciones laborales,
pero también significa exigir eficacia y eficiencia en sus labores.
f.
Otros aspectos a considerar
Para avanzar de forma seria,
sistemática y sostenida, en un proceso de transformación educativa, además de
los desafíos anteriores será necesario:
·
Incrementar y reordenar, significativamente, el
presupuesto destinado a la educación. Resolver el déficit de infraestructura,
equipamiento e insumos educativos en todo el país.
·
Reconducir la descentralización educativa en el
marco de las autonomías constitucionales.
·
Recuperar la sensibilidad y exigencia social
sobre la importancia de contar con un servicio educativo de calidad; superar el
control gremial que tiene secuestrada a la educación y buscar acuerdos entre
todos los actores involucrados.
·
Reorientar la educación técnica como criterio
fundamental de desarrollo del país
·
Considerar de forma paradigmática el tratamiento
del medioambiente, la valoración de la naturaleza, de forma transversal, a
todos los aspectos de la dinámica educativa.
·
Fomentar y definir políticas precisas para
abordar el uso de las TICs en la educación.
·
Impulsar una reforma universitaria profunda,
orientada a mejorar su calidad, su gestión interna, sus costos, su relación con
otras instituciones académicas y sus posibilidades de acreditación, etc.
La educación es la savia, el
elemento vivificador, de la sociedad. Si ese elemento vital, que permite el
crecimiento y desarrollo de la sociedad, es secundarizado, débil o mediocre, el
árbol social y el país sufrirán las consecuencias. Por otro lado, si la
sociedad y su economía son anómicas y/o débiles, entonces la educación no
tendrá las exigencias que requiere para su fortaleza e innovación.
Así planteada la situación, los
desafíos que tenemos en la educación son enormes. Se busca un cambio de
paradigmas en el marco de un cambio cultural respecto a la educación y a la
participación de la sociedad en la misma. Desafíos necesarios a ser encarados en
beneficio de las nuevas generaciones y el desarrollo del país.
La Paz, marzo de 2017
[1] Hace 19 años (nov. 1997) se realizó,
mediante el SIMECAL, el Primer (y último) Estudio Comparativo de lenguaje,
matemáticas y factores asociados, en el marco de la UNESCO/LLECE/OREALC, junto
con otros países latinoamericanos. Después de ello se realizaron algunas
evaluaciones a 18 centros de formación docente y a algunas experiencias
educativas aisladas.
[2] Investigación “¿Regreso a la
escuela? Los peores lugares en el mundo para ser escolar en 2010” Elaborado por
la Campaña Mundial por la Educación (CME), en el marco de los Objetivos de
desarrollo del milenio. Página 7. 2011, agosto 25. La Paz, Bolivia.
[3] Wanderley,
F. “Los pies de barro de la reducción de
la pobreza y la desigualdad”. Página 7, La Paz, 27 octubre 2016. Pag. 15