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sábado, 27 de diciembre de 2014

"PRESTE" PLURINOMINAL


                                                                                                Edgar Cadima G.
Todos sabemos como es un "preste". Un acontecimiento social de derroche de alegría, baile, comida, bebidas, compañias, drogas y orgía. Mucha gente ahorra durante el año para gastar en esa circunstancia y hasta puede hacer "sacrificios" para ser parte del mismo.
Imaginémonos que estamos en un "preste" a todo dar y, por un tema de consciencia o visión diferente, nos animamos a hacer uso del micrófono y señalamos que: 
  • Parece que la contaminación acústica está muy elevada y se recomienda bajar unos decibeles ya que los vecinos (enfermos y ancianos) no pueden descansar y .... 
De seguro que no terminamos la frase y saldremos expulsados del antro.
Si alguna otra persona (o persono?) se atreviera a opinar que:
  • Parece que el gasto de este "preste"ha sido muy elevado y que tal si ese dinero, la próxima vez, lo utilizamos en comprar libros  y leche para nuestros hijos o para apoyar al hoispital del barrio que....
Tampoco terminaría la frase. De seguro que sale expulsado del local, con dirección al satélite T. Katari, con algunas patadas en el trasero, por "aguafiestas" neoliberal e indeseable.

Algo de esto está sucediendo en el Estado Plurinominal. Vivimos una especie de "preste" desde hace 9 años, donde los gastos son dispendiosos en "fuegos artificiales" que lo único que hacen es embaucar e impresionar (satélites, casas del pueblo, empresas estatales fallidas, autos blindados, mobilidades para la cúpula militar,, central nuclear, bonos para caer simpáticos, etc, etc.) y la gente está entusiasmada "bailando" con la boca abierta en este "preste"de derroche. 
Entonces, cuando alguna voz sensata observa que los recursos no se están gastando adecuadamente, que salud y educación no tienen el apoyo , que la contaminación ambiental está elevada, etc, etc, es acallado rapidamente, tildado de "aguafiestas" neoliberal y sale expulsado con marcas en el trasero como en los casos anteriores.
No es que quienes pensamos diferente al "retroceso de cambio" no tengamos propuestas alternativas, lo que pasa es que esas propuestas no sintonizan con el "preste" que se esta viviendo, aunque todos sabemos que esa "fiesta" no nos llevará a algo beneficioso y duradero para la gente. Es cierto que muchos la están pasando "super" y desearían que el "preste" no se acabe nunca y, mejor aún, si las mentes sensatas son expulsadas para que los del "proceso" sigan metiéndole "no más".
El problema grave va a ser cuando el Estado Plurinominal se despierte de la borrachera de poder, tenga que curar la resaca y no habrá blindaje que aguante.
Entretando, las mentes sensatas no debemos permitir que cunda el cansancio; debemos estar preparados para reconstruir la República de Bolivia.

viernes, 30 de mayo de 2014

UN POCO DE COTIDIANIDAD EDUCATIVA

BREVE RADIOGRAFÍA DE UNA EXPERIENCIA EDUCATIVA
DIAGNÓSTICO Y SUGERENCIAS

Prof. Edgar Cadima G.

Quienes nos atrevemos a realizar análisis o diagnósticos de la realidad educativa boliviana, muchas veces caemos en la trampa de las generalizaciones o del tratamiento de aspectos muy globales que no permiten una apreciación más exacta de lo que sucede en las escuelas y colegios.
Una agradable experiencia en un establecimiento educativo particular, me ha permitido navegar, como si fuera una cámara microscópica, en un organismo vivo, y conocer, de forma directa, la cotidianidad escolar.
Muchos podrían pensar que al ser un establecimiento educativo particular, de cierto “prestigio”, la búsqueda persistente de la calidad es una premisa constante, pero valga reconocer que ella no es, precisamente, una preocupación sentida entre los docentes, gran parte de ellos sonámbulos entre la rutina y la mediocridad, barnizados por un discurso altisonante y protegidos por una instancia sindical que, en lugar de avanzar en desafíos profesionales orientados a la calidad educativa, se encuentran cómodos con argumentos que protegen su falta de iniciativa y proactividad tan necesarios para buscar, sugerir y aplicar nuevas estrategias educativas.
Sostener, como consigna, que se es maestro de vocación y  no de ocasión o pensar que enseñar 10, 15 o más años, repitiendo lo mismo todos los años, los califica como maestros innovadores, dan pauta de un caparazón que impide la crítica constructiva a su accionar y les impide ver la realidad del estancamiento y rutina en la que se encuentran y sin perspectivas de mejorar profesionalmente en interés de los/las estudiantes.
La educación es como la salud. Una persona enferma requiere de un adecuado diagnóstico para realizar un tratamiento que le devuelva la salud. Pero una persona enferma, que se repite a sí misma que está bien de salud; que, desde hace 10 ó 20 años, sigue haciendo lo mismo, de seguro, no podrá recuperar y generar calidad de vida personal. Lo mismo sucede con la educación, con el agravante que las consecuencias las pagan los/las estudiantes que esperan recibir algo más cualitativo que un aprendizaje repetitivo, memorístico y enciclopédico.
Es justo reconocer que hay muchos docentes inquietos, que buscan su superación, procurando vencer el conformismo y la repetición, anual y mecánica de lo mismo, pero la corriente de la mediocridad es más fuerte e impide cualquier iniciativa fuera del corporativismo sindical, confundiendo la defensa de sus derechos laborales con sus obligaciones de superación pedagógica, donde quienes pretenden mejorar su función educativa son acallados por la mediocridad del “hoy por ti, mañana por mi”. En ese contexto, la calidad de la educación queda en el discurso y la demagogia. Pretenden colocarse el rótulo de “calidad educativa” pero sin analizar lo que hacen, pensando que lo que están haciendo está bien, por tanto, no hay nada que mejorar. Muchos docentes piensan que aceptar  las sugerencias u opiniones para mejorar su desempeño sería reconocer sus limitaciones y deficiencias, ergo, la calidad educativa está bien como está y es mejor no rasgar mucho la piel porque podría caerse el maquillaje. En este contexto, que los/las estudiantes del colegio no clasifiquen para ninguna de las asignaturas que participaron en la III Olimpiada Científica Estudiantil Boliviana es considerada como una cuestión de suerte, no cuestionan en absoluto la labor que vienen realizando como docentes y, por tanto, no les sorprende.
A fin de que todas estas argumentaciones no caigan en el campo de la generalización abstracta, me permito señalar algunos aspectos más significativos de la cotidianidad escolar:
1.       Textos escolares.
En la gestión 2012, el establecimiento tenía como material de estudio, para el nivel primario, textos de una determinada editorial. Para la gestión 2013 los/las docentes consideraban pertinente continuar con los mismos textos (inercia para evitar la fatiga), pero sin ningún análisis de los contenidos ni de la evaluación del uso de los mismos. Una rápida evaluación de dichos textos, realizada al inicio de dicho año escolar, detectó una serie de errores e incongruencias que no permitían un adecuado proceso de aprendizaje en los/las estudiantes, por lo que se sugirió, pese a la oposición de los/las docentes, cambiar a textos más adecuados, de otra editorial. El trasfondo es que la editorial favorecida, el año 2012, había entregado una laptop al colegio y Agendas planificadoras a cada docente (figurativamente: collares y espejitos que conquistan mercado) y el año 2013 iba a repetirse el regalo encandilador, sin considerar el aspecto pedagógico.
Ante la sugerencia de trabajar los “leccionarios” o los planes de clase a ser elaborados por los propios docentes (como alternativa frente a los textos rígidos y caros) la reacción fue de molestia. No concebían la posibilidad de aumentar trabajo, que dé rienda suelta a su iniciativa y profesionalismo, habiendo en el mercado textos ya elaborados.  Pena por los/las  estudiantes que deben estudiar con textos que los esclavizan a ellos y a los/las docentes, sin dar lugar a la motivación y un  natural desarrollo de la iniciativa y la espontaneidad.
La reforma educativa en curso, no tiene un criterio pedagógico respecto a los textos escolares y, con tal que éstos contengan  las cuatro dimensiones (ser, saber, hacer y decidir) que propugnan, y los contenidos curriculares se adecuen a ellos, no hay problema, todo sigue como antes.
2.       Clases y contenidos curriculares tradicionales.
Es evidente que los hechos sociales, naturales y/o científicos están presentes en la realidad pero, en la dinámica escolar, lo que cambia, cada vez, es la forma de presentarlos y hacerlos más asequibles, amenos y comprensibles para los estudiantes, es decir, hacerlos significativos. Seguir trabajando con textos o documentos tradicionales, abstractos o sin relación con la realidad cotidiana de los/las estudiantes es expresión de la mediocridad. Mucho más aún estar alejado de toda la revolución de los aprendizajes por medios virtuales o pretender utilizarlos de forma engañosa al presentar  textos tradicionales en unos CDs que no tienen nada de interactivos, es lamentable.
Un aspecto importante a señalar es la comprensión equivocada que las asignaturas son independientes y no tienen relación entre ellas. Muchos docentes, en su limitación, no pueden entender que la transdisciplinariedad o interdisciplinariedad son una realidad actual y que bien se podría combinar música con filosofía, teatro, cine o cultura en general, (existencialismo con ecología), buscando que los aprendizajes sean significativos (pertinentes y necesarios) para los estudiantes.
Pero, los lamentos están a la orden del día, las quejas se repiten, sin encontrar manera de superar los mismos. Las/los docentes de secundaria se quejan que los/las estudiantes vienen del nivel primario con deficiente formación en gramática o matemáticas (por citar las más importantes), pero no se generan espacios para coordinar mejorías en ese sentido. Lo máximo que existe, al inicio del año escolar, es la planificación por áreas, pero de allí, a evaluar lo que se hace, los resultados que se vienen logrando, los ajustes que requieren, etc, son totalmente inexistentes y todo sigue igual rutinariamente.
En este mismo sentido se detectó, en una revisión de cuadernos de los/las estudiantes, seleccionados al azar, de diferentes cursos y niveles, que  los/las docentes de ciencias exactas no corrigen los errores ortográficos o de sintaxis de los estudiantes (porque es responsabilidad de otra asignatura); es más pareciera ser que lo que interesa es que los/estudiantes presenten el cuaderno o la tarea, pero no se corrige u observa el contenido de los mismos. Cuadernos donde, en una página, existen muchos errores, es firmado por el/la docente sin ninguna observación sobre los mismos, ninguna orientación hacia el estudiante que le permita superar sus errores o alentar su desempeño, ninguna valoración al contenido presentado y muchas veces ni siquiera la fecha de la revisión. Paralelamente, se identifica que los estudiantes y algunos/as docentes no manejan, adecuadamente, algunas técnicas de estudio y confunden lo que es un mapa conceptual con un mapa mental o una red conceptual y los usan sin mayor rigor.

3.       Enciclopedismo.
Lamentablemente, la realidad educativa sigue marcada por el paradigma conductista enciclopédico; el sometimiento de los/las estudiantes a las instrucciones del docente y al proceso memorístico y repetitivo en los aprendizajes, propios de épocas que se pensaban superadas, siguen vigentes en la cotidianidad del aula.
En la asignatura de literatura; en uno de los cursos, para los cuatro primeros meses de clases se tenían avanzados los siguientes temas: Un ensayo literario; teatro contemporáneo (elementos del teatro griego, renacentista-barroco, contemporáneo); un ensayo “la precariedad de la paz”; el romanticismo; el realismo y el naturalismo; el Boom latinoamericano; la literatura femenina (en uno de los cuadernos se señala que “la literatura femenina es una queja social”); la novela; fábulas y cuentos; la lingüística; la oración y su estructura; una práctica-ensayo sobre “la carrera a estudiar” (8 páginas en carpeta); lectura “El extranjero” de A. Camus. Todo eso, en una sola asignatura y en 4 meses da pauta de un enciclopedismo típico por querer avanzar demasiado, picoteando algo, en un lapso corto de tiempo.
En ese mismo proceso, se justifica que para hacer un análisis literario hay que seguir 39 pasos, entre ellos, determinar la fuente de inspiración del autor, mencionar 5 textos similares en contenido, mencionar 20 temas secundarios, el objetivo que tuvo el autor así como el personaje principal, etc. además de que hay que  trabajar el vocabulario seleccionando 50 palabras, 50 sustantivos, 50 verbos y que, además, hay que hacer 20 oraciones diferentes donde se encuentren verbos y sustantivos y realizar un relato utilizando 30 palabras del vocabulario;  en caso de error ortográfico repetir la palabra 50 veces y hacer otras tantas oraciones. Pregunta: Con semejante proceso ¿cómo pueden hallar el gusto, los/las estudiantes, por la lectura?
No analizar esta situación, socapar la misma o pensar que todo está bien porque así se hace desde hace años y considerar una “agresión”  el hecho de ponerlo en evidencia,  es una muestra de un trabajo rutinario que esconde la mediocridad.

4.       Violencia física y sicológica.
Este es un tema tabú; siempre presente, del que muchos creen que no hay que hablar.
Es fundamental estar atentos al “malestar estudiantil” y las reacciones de rechazo al colegio por parte de muchos estudiantes que tiene su razón en el tipo de disciplina imperante que bordea entre el “amiguismo” mal entendido con el estudiante y un autoritarismo que malogra las relaciones educativas.
Más allá de un jalón de orejas o de un grito histérico (que no se justifican), se tienen casos de pánico, de algunos/as estudiantes, de ir a clases y enfrentar el carácter intolerante del/la docente. Para ilustrar esta situación basta señalar el desmontaje que se tuvo que realizar de un sistema de control disciplinario mal entendido, a través del cual las mejores estudiantes de un curso tenían luz verde de la docente para poner en orden a sus compañeros “indisciplinados” mediante pellizcos, golpes o jalones de oreja (algunos moretones en los niños tienen esta causa que luego se disimulan como “peleas propios de los niños”).
La indiferencia a ciertos niños/as, la agresividad, la violencia verbal, el dedo índice levantado como amenaza, la falta de capacidad para escuchar y/o resolver conflictos, la generación de pánico en los niños y niñas debido al carácter temperamental o explosivo de algunas/os docentes, al punto que los/las estudiantes no puedan hablar para explicar su comportamiento, son conductas y actitudes que no pueden ser ocultadas y requieren una profunda reflexión y compromisos de modificación por parte de los/las docentes..

5.       Práctica profesional.
Es interesante analizar la incoherencia existente en la práctica profesional. Mientras, de palabra, se denuesta y critica el paradigma conductista de la enseñanza (enciclopedismo, repetición mecánica y memorística, etc.) en la práctica muchos docentes se encuentran aplicando lo que dicen criticar.
Un profesional docente, a más de repetir lo que, mecánicamente, hace todos los años en el aula (enseñar sus disciplinas), tiene en el colegio  una enorme y rica veta que puede permitirle desarrollar un conjunto de temas de investigación, sistematización, experimentación de nuevas prácticas educativas, aplicación de otras experiencias, debates propositivos, conferencias,  intercambio de textos de temas novedosos, etc., entendiendo al colegio como un espacio de permanente experimentación. Todo ello depende de un alto grado de compromiso y proactividad de los/las docentes y de la voluntad para generar espacios y mecanismos para dichas actividades.
Lamentablemente, eso parece impensable  ahora ya que ante alguna sugerencia deslizada en este sentido, la indiferencia es enorme y el poco entusiasmo de algunos es neutralizado por la mediocridad que  siempre le encuentra “peros”. Lo que cuenta no es el aporte que se puede hacer al proceso educativo en beneficio de los/las estudiantes sino el desgano y el mezquino conteo de las horas del contrato establecido y la exigencia (sindical) de que cualquier otra actividad, debe ser reconocida con el pago de horas extras.
La tradicional división del trabajo educativo conductista tiene una vigencia perniciosa: Según ese paradigma, los/las docentes enseñan y otros son quienes investigan, sistematizan o experimentan. Ni que decir de la posibilidad de que algún(a) docente del colegio pueda organizar, preparar y dictar  un curso de capacitación de unas 5 horas de duración (que supere alguna “charlita”) sobre algún tema de interés para el resto de los/las docentes. La rápida respuesta ante esta sugerencia es la tradicional posibilidad de invitar a algún “especialista” externo, porque, además, organizar todo ello significarían horas extras que deberían ser pagadas.
Como sucede con gran parte del magisterio, la lógica de la acumulación de certificados de estudios y actualización es estresante en los/las docentes, pero esos aprendizajes no se nota que se apliquen en el  aula, la rutina se sigue imponiendo y todo sigue como siempre.

Habrían muchos otros temas aún por señalar, tales como las deficiencias del acceso y manejo  de la tecnología virtual, el ascenso de categorías por la simple acumulación de años (sin valoración de méritos), la permisividad de muchos directivos, etc, etc, pero deseo hacer un alto aquí ya que de lo que se trataba era de señalar algunos aspectos que ejemplifiquen la situación y que puedan servir de base para su modificación.
Considero que la educación boliviana y la formación de los/las jóvenes estudiantes exigen una mejor suerte; la calidad no puede ser un slogan vacio y demagógico que sirva para apañar y ocultar una serie de deficiencias. Mejorar la calidad de la educación sin un diagnóstico serio y profundo, sin cuestionar prácticas y conductas de forma autocrítica y crítica, sin poder someter a evaluaciones profundas el desempeño de los/las docentes, etc, etc,  será un simple saludo a la bandera en la que la mediocridad, amparada por la rémora sindical, tendrá sus victorias “pírricas”, en desmedro de los y las estudiantes.
Tengo la esperanza de que la grandeza de nuestro país está en los/as docentes con real vocación de servicio educativo y no en el mezquino interés de la mediocridad amparada por un corporativismo,  donde las victimas no somos quienes hacemos el diagnóstico o los análisis si no, lamentablemente, los y las estudiantes.
Los desafíos son grandes para neutralizar la percepción de una educación mediocre. Esa opinión puede ser modificada, únicamente, si existe una profunda autocrítica de la práctica docente, un fuerte sentido de responsabilidad y voluntad por modificar conductas y actitudes pedagógicas; un ejercicio adecuado de proactiviad e iniciativa personales y colectivas; una búsqueda, sin complejos, de ayuda que permita reconocer las falencias y deficiencias existentes para, a partir de ellas, superar la situación, al igual que un enfermo que teniendo conocimiento del mal que adolece, por muy doloroso que sea, busca estrategias de curación.
En este proceso, aquellos/as docentes que están convencidos que son de “vocación” tienen la oportunidad de buscar soluciones a esta situación, de neutralizar la rémora sindical y el conformismo de la repetición mecánica de experiencias decenales que confunden calidad educativa con rutina. Quienes serán beneficiados de este proceso no es quien escribe, y ni siquiera los/las docentes, si no los/las estudiantes, a quienes nos debemos, pero que gran parte de las veces son maltratados, olvidados o invisibilizados por el slogan de una dudosa calidad educativa.
Si la reforma educativa en curso busca incidir en la calidad, debe bajar de la nube ideológica-comunitarista y aterrizar en el ámbito de la vida escolar cotidiana. En los lineamientos de la actual reforma no se encuentran criterios precisos sobre estos temas y las medidas tomadas no hacen mella a la mediocridad y la rutina instalada en la vida cotidiana de las escuelas. Nunca será tarde para pensar en modificar la educación boliviana con calidad científica que, partiendo de nuestro aquí y ahora, proyectemos hacia un futuro que aporte a un vivir mejor del país y sus ciudadanos.

La Paz, 1 de septiembre de 2013

sábado, 10 de mayo de 2014

APORTES PARA MEJORAR LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN

Edgar Cadima G.

Mucha demagogia e improvisación para un tema tan importante como es la educación.
Comenzaron con el diseño de una Ley, la Avelino Siñani-Elizardo Pérez que tardó tres años en ser aprobada y dos más en intentar ser implementada.
El año 2007, cuando el Sr. Felix Patzi era ministro de educación se trabajaba en una estrategia de implementación “relámpago” de dicha reforma. Pensaban aplicarla en todas las escuelas y colegios, en todos los cursos y asignaturas, para que, luego de 6 años, se puedan evaluar los resultados. Esta estrategia nunca prosperó porque no se disponían de los diseños curriculares, materiales ni docentes capacitados.
El año 2008 el Ministerio de Educación pensaba introducir la reforma educativa en 250 unidades educativas, pero nunca pudieron establecer la lista definitiva de las mismas; cuantas del área rural o de las ciudades; si se aplicaba a todos los cursos y todas las asignaturas, etc. La estrategia fue abandonada, mientras la educación se debatía en la inercia de los años precedentes.
A fines del año 2011, desempolvaron un diseño curricular que fue elaborado 4 años antes, con el apoyo de pseudo-sabios, pensando aplicarlo, a partir del 2012, en los primeros cursos de primaria y secundario. El primer día de clases y días posteriores se dieron cuenta que era imposible concretar, ya que no tenían las condiciones materiales para ello, (no había materiales, ni maestros capacitados). Ante esa evidencia, las autoridades señalaron que la aplicación ya no sería en todos los primeros cursos y que se lo iba a aplicar sólo con los maestros y maestras, de los primeros cursos, que deseen hacerlo. Una improvisación total. Imagínense que en un mismo primer curso el maestro de sociales aplicaba el nuevo currículo y el de matemáticas no.
A fines del año 2013 salieron con la idea de ampliar el horario escolar a 7 horas de clases, pero, a pesar de lo positiva que podía ser esta medida, no tenía otro fundamento que un discurso demagógico y pensaron que ese horario ampliado era para dar más horas a materias técnicas, en desmedro de las científicas, generando un caos administrativo y pedagógico. Esta decisión también fue postergada y, ahora consideran que hay que impulsar la enseñanza del inglés y nada se dice respecto a las matemáticas, lenguaje o ciencias naturales y sociales.
Ante tantas marchas y retrocesos ahora se aplica un currículo desorganizado, con textos que ofrecen las casas editoras y con maestros y maestras superficialmente capacitados a través del PROFOCON.
Esta rápida radiografía nos da una idea de cómo se está manejando la educación boliviana, de tumbo en tumbo,  entre demagogia e improvisación, en una “revolución educativa” que pocos entienden, sin una propuesta seria y sin fundamentos pedagógicos, psicológicos y sociológicos.
La educación de nuestros niños y jóvenes es un asunto serio; de su sólida formación depende el futuro de nuestro país. Pretender avanzar mirando o añorando el pasado, sin visión de futuro y con miedo al mundo exterior es bloquear, de forma mezquina, las esperanzas, aspiraciones y necesidades de nuestra población en la búsqueda de un mejor futuro para sus hijos e hijas y para el país.
Requerimos construir un sistema educativo que permita la apropiación y el aporte del conocimiento nacional y universal, el acceso a la información y al dominio tecnológico. Una educación que permita formar a las/los y ciudadanos bolivianos con conocimientos adecuados y pertinentes para comprender su realidad y resolver sus problemas; una formación con valores éticos, compromiso y mística para asumir sus responsabilidades y con espíritu amplio para desarrollar su identidad sin negar o aislarse del contexto globalizado en el que vivimos. En esa perspectiva será necesario pensar en un:

Acuerdo Nacional por la calidad de la educación
Un profundo y sostenido proceso de transformación educativa requiere, además de los criterios de las autoridades educativas, de la participación de los maestros, estudiantes, padres de familia y sociedad en general. Para ello será necesario trabajar en un Pacto social o Acuerdo Nacional por la calidad de la educación boliviana, con una visión estratégica, que establezca políticas de Estado en materia educativa. Un acuerdo que permita salir de la mediocridad y de posiciones irreductibles actuales, buscando equilibrar lo posible con lo necesario y lo urgente con lo importante, centrando los esfuerzos, entre otros, en los siguientes aspectos:

1.      El rol del Estado
En el marco de lo que establece la Constitución Política del Estado, es necesario superar el centralismo actual e implementar las competencias establecidas, en todos los niveles autonómicos de la administración estatal.
El Estado debe asignar, al menos, un 15 % del PIB para poder llevar adelante este proceso de transformación educativa, en el marco de un pacto fiscal y presupuestos plurianuales.
El Estado, en sus diferentes niveles nacional, departamental y municipal, debe establecer una política de becas  tanto a la excelencia (a los mejores estudiantes) como a quienes no tienen posibilidades económicas para seguir sus estudios, en función de sus resultados, en todos los niveles, incluido el universitario. Bajo esta lógica, el Estado debe brindar las mejores condiciones e igualdad de oportunidades a los/las estudiantes  y estos la única responsabilidad que deberían tener es la de estudiar.
El Estado debe brindar apoyo educativo que, más allá de un bono anual o el desayuno escolar, debería tener una visión más global de becas, materiales didácticos, condiciones de estudio y de una fuerte apuesta a la informatización de los procesos de aprendizaje.
De igual manera, será necesario pensar en un sistema de transporte escolar municipal tanto en el área urbana como rural y,  a nivel de salud, apoyar a los/las estudiantes con  el acceso gratuito a los servicios de salud primaria en todos los hospitales y centros de salud del país.
El Estado debería conformar una Comisión Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, con carácter descentralizado, que haga seguimiento al desarrollo científico y tecnológico del país, a nivel estatal y privado.

2.      Un servicio educativo de calidad
La calidad no es algo accidental o resultado del azar, sino resultado del esfuerzo e inteligencia de quienes la llevan a cabo.  Para eliminar la mediocridad educativa actual es fundamental impulsar una profunda revolución educativa de calidad, que comprenda todos los factores de la educación (calidad docente, calidad de aprendizajes, materiales, infraestructura, diseños curriculares, etc.) y se exprese en una ciudadanía sólidamente formada, con identidad boliviana y capacidad de aportar al desarrollo económico, social y cultural de nuestro país.
La calidad educativa a la que debemos aspirar debe ser objetivamente demostrable a través de diferentes pruebas de conocimiento y desempeño tanto a nivel nacional como internacional.
3.      Reforma curricular
El currículo, entendido como el conjunto de competencias básicas, contenidos, metodologías y criterios de evaluación, debidamente planificados, es el mecanismo a través del cual se concreta la educación. De forma particular y, solamente, refiriéndonos a las asignaturas, no podemos seguir aplicándolas, sin orden ni concierto, de forma desordenada, todos los días por todos los estudiantes, pretendiendo, de esta manera, brindar una educación enciclopédica, pseudo-humanista, picoteando de todo y sin ningún nivel de profundidad.
Es  necesario modificar la estructura curricular (cantidad y distribución de asignaturas), estableciendo dos currículos. Un currículum fundamental, común y obligatorio que permita aprender a aprender y desarrollar un espíritu investigativo e innovador, con las asignaturas de matemáticas; ciencias naturales (geografía, física, química biología, según corresponda); ciencias sociales (historia, psicología); comunicación y lenguas (lenguaje y comunicación, literatura, lenguas) y Ética y valores/filosofía y, de forma paralela o separada un  currículum complementario, conformado por: Estudios técnicos; Artes (musicales, plásticas, escénicas, danzas, etc.); Educación física y deportes; Religión; y, otros idiomas.
En el currículum fundamental, Informática no debería ser una signatura si no el instrumento (medio) transversal para avanzar los contenidos escolares. Las aulas deberían contar con equipos tecnológicos (pizarras interactivas) y todo debe estar enmarcado en las TICs; con una computadora, para cada estudiante, conectada al internet para investigar y exponer temáticas del contenido curricular con la guía o apoyo de los maestros.
Los establecimientos educativos de primaria y secundaria sólo deberían desarrollar el currículum fundamental, durante toda la mañana o toda la tarde. En razón a que se dispondría de mayor tiempo, no deberían darse tareas para la casa. Las escuelas primaria y secundaria que implementan el currículo fundamental deberían ser entendidas como centros de alto rendimiento educativo, con exigencias de estudio que permitan el acceso a niveles superiores de formación.
El currículum complementario debería implementarse a través de Centros de Desarrollo Complementario, separados de la escuela, en turnos de mañana o tarde y en los que se desarrollen contenidos con mayor grado de profundidad que ahora. La asignatura de estudios técnicos debería comprender aspectos de formación técnica vocacional y nivel medio.
Esta separación permitiría dignificar a estas asignaturas y darles un desarrollo curricular más amplio y enriquecedor. Los/las estudiantes no deberían asistir a todas las asignaturas del currículum complementario si no a un mínimo de tres, donde, estudios técnicos, sea obligatorio y las otras dos optativas, en función de su vocación o aptitud, tres días por semana, como mínimo. Las notas obtenidas en estos CDC, serían independientes, por tanto no deberían afectar la promoción de las asignaturas del currículum fundamental y no debería existir reprobación ya que son consideradas vocacionales.

4.      Estructura educativa
La actual estructura, fundamentalmente humanística y orientada a los estudios superiores universitarios debiera ser objeto de un replanteo que permita el fortalecimiento de alternativas para la formación técnica en el país.

5.      Formación y práctica docente
Estamos conscientes que la formación de las/los maestros debe mejorar. El nivel de licenciatura que logren debe ser de alta calidad. Los centros de formación de maestros deben ser acreditados  internacionalmente y deberían contar con catedráticos titulados de nivel universitario (post-grados) y donde los futuros maestros no sean los rechazados de otros centros de estudio superior sino los mejor cualificados  para darle prestigio y calidad al rol docente.
La formación docente debe comprender procesos metodológicos del aprendizaje por la vía informática (e-learning), TICs, paquetes educativos, elaboración de lecciones por internet, etc. y no simplemente a manejar algunos paquetes prediseñados.
Se debe dignificar la función docente con sueldos dignos y otros beneficios sociales y académicos. Los maestros deben ser, periódicamente, evaluados por su rendimiento, innovación académica, creatividad de sus estudiantes y no simplemente por antigüedad o por evaluaciones de ascenso de dudosa aplicación.
Y, si queremos avanzar, debemos tener la valentía de modificar, profundamente, el escalafón docente. La antigüedad no puede ser uno de los principales componentes para el ascenso de categoría laboral.

Innegablemente, existen muchos otros aspectos a señalar y ajustar en la educación boliviana (la educación intercultural que tiene buen avance pero que requiere profundizar, los materiales educativos, la infraestructura, el modelo pedagógico, la relación de la teoría-práctica con la investigación, la educación superior, las modalidades de la formación técnica, duplicar o triplicar el presupuesto asignado, etc.) pero considero que los puntos arriba desarrollados permiten tener un marco para avanzar en un proceso de cambio sostenido por la calidad de la educación boliviana.

La Paz, abril 2014